Albert Boadella ha dedicado su vida a buscar la belleza en el arte. En 1962 fundó ‘Els Joglars’, compañía que ha creado una estética teatral que ha influido en toda Europa. En 2012 dejó ‘Els Joglars’ para dirigir los teatros del Canal de Madrid. Y acaba de estrenar en el Marquina madrileño ‘El sermón del bufón’, un monólogo autobiográfico provocador, irónico, dulcemente envenenado, en el que apunta hacia todo lo políticamente correcto, como ha hecho durante toda su vida este artista estratosférico, genial, contradictorio -naturalmente-, que ha perseguido permanente y de manera literal dar cuerpo a la poesía, o corporeizar la poesía a través del teatro. Boadella, lo dice en la obra, ha tenido una vida “muy novelesca”.
‘La Torna’, estrenada en 1977, obra de gran violencia, en la que aparecía un grupo de militares absolutamente borrachos durante un Consejo de Guerra a un infeliz -estaba basada en hechos reales-, lo condujo a la cárcel. Su abogado le llevaba un botecito de sangre, que se había extraído la mujer de Boadella. Boadella se bebía la sangre, que produce unas náuseas inmediatas, y procuraba vomitar lo más cerca posible de un funcionario. Ingresó en un hospital de Madrid. Lo vigilaban una pareja de policías en la habitación y otros dos en el vestíbulo. Pero Boadella consiguió escapar por una ventana, jugándose la vida. Y huyó a Francia para evitar un Consejo de Guerra que lo habría condenado a seis años de prisión. “Ahí comenzó a romperse mi relación con la izquierda. Me querían de mártir en la cárcel”, relata.
‘El sermón del bufón’ es un espectáculo extraordinario con proyecciones de fragmentos de obras históricas de ‘Els Joglars’. Boadella no tiene piedad con Cataluña. Tal vez porque Cataluña no la ha tenido con él. “Esa tribu de paranoicos en la que nací”. Y reivindica al actor como “el núcleo fundamental del teatro”. También critica que la Iglesia abandonara en su día las misas en latín, debido al perfil teatral que tenían aquellas ceremonias. “Ha sido más grave para la Iglesia dejar de creer en el teatro que dejar de creer en Dios”. Representa a Jordi Pujol y a Juan Carlos I. “Juan Carlos parece un personaje llegado directamente del Museo del Prado”. Irreverente Albert Boadella: “La procesión más patética de Madrid es la del Día del Orgullo Gay”. E insiste: “No hay arte sin belleza”.