La relación entre la planificación urbanística y el suelo industrial trasciende, una vez más, la mera reserva de suelo, siendo esta una cuestión también importante.
En primer lugar, la ubicación de los suelos en diferentes áreas de la ciudad, sin una concentración que provoque la constitución de zonas mono-funcionales, facilita el aprovechamiento de todos y cada uno de los nudos de comunicación que pueda tener el término municipal; evitando por tanto el colapso de las vías de circulación.
Al mismo tiempo, la proximidad a los centros laborales posibilita la disminución de los desplazamientos. Igualmente, permite un uso más racional del suelo ya que, como exponía al principio, se evita que existan zonas mono-funcionales que obliguen a los ciudadanos a desplazarse de un extremo a otro del término municipal para recibir cada servicio.
Por último, al acercar usos de tipo empresarial a las zonas residenciales se obliga también a éstos a cuidar distintos aspectos, como los medio ambientales, que facilitarán la convivencia entre ambos.
En definitiva, la planificación de la ubicación de los suelos productivos es el primero de los aspectos en los que se influye, desde Urbanismo, en su posible desarrollo.
En segundo lugar, pero no por ello menos importante, desde el Plan General se puede determinar el tipo de industria para cada zona.
Definir la reserva de suelo para actividades de carácter logístico, diferente del destinado a actividades tecnológicas y de innovación y ambos distinguidos del suelo para medianas o grandes industrias, serían los primeros y fundamentales pasos para definir en qué sectores puede fomentarse la ciudad para la atracción de inversiones.
Decidir, por tanto, si se quiere o no, realizar una determinada apuesta, por reservar grandes superficies de terreno del término municipal para facilitar la instalación de grandes industrias y exigir cuántas medidas de carácter medio ambiental se consideren necesarias, podría favorecer que El Puerto pueda competir con el resto de la provincia y obviamente dejar de perder oportunidades.
Aventurarse desde Urbanismo a constituir el mayor y más avanzado parque tecnológico de la provincia es otra decisión que debe plasmarse en el Plan General.
El Puerto tiene ya un polígono de estas características, sin embargo su suelo está ya colmatado y sus servicios tecnológicos están en estos momentos anticuados.
Por tanto, a la hora de planificar el crecimiento de la ciudad, debe considerarse si apostamos por su crecimiento y hasta qué tamaño y en qué tiempos se marcará ese crecimiento.
Además, tendremos que propiciar las infraestructuras de telecomunicación y energéticas, entre otras muchas que puedan hacer del mismo un Parque Tecnológico realmente puntero y que compita con otros de más reciente creación, no ya por su tamaño sino por sus prestaciones.
Un aspecto más en los que el Urbanismo influye en el desarrollo económico industrial de El Puerto sería mediante la creación de suelos productivos de carácter logístico.
El Puerto no sólo cuenta con suficientes nudos de comunicación con la Bahía sino que se alza con la privilegiada posición de ser el centro geográfico de la misma y debemos aprovechar estas circunstancias para crear empleo y riqueza en nuestra ciudad.
El almacenaje y distribución de materias necesarias en las demás localidades de la Bahía e incluso de la provincia, o la manufacturación inicial de los mismos, son cuestiones que no se han potenciado suficientemente en la ciudad en los últimos años y para las que, obviamente, no se ha previsto suelo en la ubicación con las características necesarias.
Por tanto, se demuestran -si se analiza pormenorizadamente- las enormes capacidades de un Plan General para influir de forma determinante en el desarrollo económico y por tanto social de la ciudad que juntos construimos.