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Francisco Delgado: “Lo mejor era ponernos frente al espejo y observar nuestras miserias”

Francisco Delgado es politólogo, sociólogo y experto en Transparencia y Acceso a la Información. Es autor de 'Arquetipos para una pandemia'

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  • Francisco Delgado
  • "La materia estaba ahí, sólo se trataba de tener un poco de olfato sociológico y aportar algo divertido a un terreno ya abonado"

Francisco Delgado Morales es un alma inquieta. Tras la apariencia de hombre tranquilo transita una mente despierta y audaz, trufada de ironía y timidez. Hacer ‘Arquetipos’ de un momento concreto de la historia, esto es, de una pandemia que ha cambiado nuestro modo de ver la vida y nuestra manera de comportarnos es gestionar con humor, yendo a la esencia, a la colectividad, al riguroso análisis a través de la imagen y de las palabras. ‘Arquetipos para una pandemia’ analiza una realidad muy compleja, poliédrica, impactante y de la que todos y todas hemos sido protagonistas. Treintaycuatro tipologías, a modo de Eneagrama, pero concretando tanto, tanto, como para que algunas y algunos nos hayamos sentido avergonzados y encantados al vernos retratados de una manera tan disruptiva.

Aunque ahora esta innegable crisis social, económica y política pueda parecer como un futuro inefable me niego a asumir ese determinismo, me rebelo contra él

¿Cómo se le ocurrió la idea de hacer los Arquetipos?

–Lo interesante de este proyecto es que los tipos sociales se circunscriben a un periodo concreto y que ese tiempo, además, tiene un contexto particular de pandemia en el que, vinculadas a la tragedia y conmoción social que vivimos, ocurrieron muchas cosas inusuales e incluso disparatadas: desde volvernos locos con el papel higiénico, a hacernos youtubers porque teníamos opinión de todo y el mundo demandaba nuestro saber o buscar la soberanía alimentaria horneando pan propio- ¡todavía recuerdo cuando se agotó la levadura!- por poner algún ejemplo. La materia estaba ahí, sólo se trataba de tener un poco de olfato sociológico y aportar algo divertido a un terreno ya abonado.

 

¿Por qué arquetipos?

–Porque, con carácter general, el establecimiento de categorías y su ordenación, aceptando sus limitaciones y riesgos, es una herramienta conceptual que nos permite comprender mejor el mundo. Seguir esta idea, desarrollar ese muestrario de comportamientos que se definen en las portadas, nos puede servir para entender por todo lo que hemos pasado, enfrentarnos a la situación Covid-19 manera distinta y, al mismo tiempo, ofrecer un análisis sociopolítico que, a pesar de hacerse en clave de humor, tiene cierta carga de profundidad.

 

¿Qué buscaba tras cada arquetipo?

–Los arquetipos nacen con el objetivo de hacer reír en un momento en el que socialmente existía mucha pesadumbre, dolor, miedo… Traté de ofrecer un mero divertimento, buscar una sonrisa, frente a ese malestar social, esa crispación política que buscaba despiadadamente el odio en un momento en el que debíamos sumar y encontrarnos en el otro, el histerismo conspiranóico y las fake news que supuraban aquellos días en las redes sociales. Y para eso lo mejor era ponernos frente al espejo y observar nuestras miserias, para que viéramos lo rídiculo y esperpéntico de algunos de nuestros comportamientos. Se trata de que seamos capaces de reírnos de nosotros mismos. No existe mejor receta. Porque en todas las portadas existe algún elemento, sino varios, con el que cualquiera puede sentirse identificado. Todos somos algo de cada uno y ninguno somos uno al 100%. Al fin y al cabo, utilizando terminología weberiana, podemos decir que no existen tipos ideales puros.

 

¿Cómo ha sido el proceso de gestación?

–Ante esa sensación de tristeza y malestar que vivíamos diseñé el Propagador de bulos, casi como catarsis personal y por hacer algo que sumara en ese momento. Pero no pensado cómo un elemento que forme parte de algo, sino como una iniciativa coyuntural e individual. Y funcionó muy bien en redes sociales, fue muy divertido. A los días pensé en Teletrabajador (VPN tu nueva amiga), luego en Antivacunas, YouTuber…. Y es en ese momento en el que empiezo a considerar lo que estaba haciendo como algo global, comienzo a ser consciente del carácter social y político que podría tener la materialización de una idea de esas características. Luego en el desarrollo ha hecho falta estar muy al día de la actualidad.

 

¿Cuál es el arquetipo que más detesta? ¿Y el qué más le gusta?

–Aunque suene a tópico, no podría decirte uno concreto porque me lo he pasado muy bien y me he reído mucho diseñando varios. No obstante, si te refieres por éxito y difusión la estrella es el Cuñado desfasado (que no es uno de mis preferidos), que se compartió miles de veces en redes sociales. Me apasiona el asunto de la viralidad. Cuando uno lanza un tuit o un post en Facebook ya deja de ser su dueño, adquiere vida propia y no sabes ya el alcance. Uno se da cuenta de que se viralizan las cosas que está haciendo cuando te llegan de vuelta tus propias portadas en grupos de whatsapp, ves que se comparten en redes sociales, en páginas webs y medios o recibes correos de gente desconocida de cualquier parte del mundo que dice que le gusta lo que estás haciendo.

 

 

Los arquetipos son un análisis sociológico, ¿cómo valora la evolución que ha sufrido esta pandemia?

–Estamos viviendo una situación única, sin precedentes, sufriendo un shock tremendo que obliga a replantearnos cómo queremos que sea nuestro futuro como sociedad. La realidad del día a día se ha convertido en el peor de los sueños distópicos. La crisis mundial en la que estamos inmersos tendrá secuelas en todos los ámbitos y el futuro que se atisba no parece que vaya a producir avances en un sistema más democrático y de progreso de derechos y libertades para la ciudadanía. En cualquier caso, la confrontación de esas ideas totalitarias que parecen abrirse paso en este contexto puede aparecer como una ventana de oportunidad para tratar de revertir una situación y construir un horizonte más justo para todos.

 

¿Qué considera que la humanidad extraerá a modo de aprendizaje de esta pandemia?

–Dicen que esta crisis está sacando lo peor y lo mejor de nosotros como sociedad. Prefiero quedarme con lo bueno: con las redes de solidaridad, las iniciativas ciudadanas creadas y la resiliencia cívica mostradas. Me quedo con el trabajo y esfuerzo de sanitarios y profesores antes que todo el ruido político posfascista y de discurso de odio que sólo busca destruir las bases de nuestra convivencia a través del miedo y la mentira. Aunque ahora esta innegable crisis social, económica y política pueda parecer como un futuro inefable me niego a asumir ese determinismo, me rebelo contra él. Antes al contrario, esa es la base sobre la que se puede diseñar un futuro mejor para todos.

 

La ironía es uno de sus fuertes en el libro…

–Sí, el humor en general ¿quién me lo iba a decir a mí? Hay mucha ironía y doble sentido, como no podría ser de otra manera, pero, sin rehuir un claro posicionamiento político- cuestión que se refuerza con el contenido de los artículos-, se trata de humor blanco y para todos los públicos. El objetivo es hacer reír y reflexionar, pero no polemizar. No sé si lo habremos conseguido.

 

¿Cómo ha sido contar con tal elenco de colaboradores? Desde Lola Cazalilla a Víctor Clavijo, pasando por Susana Ginesta, Pedripol, Pepe Pettengui, Teresa Rodríguez, Paco Cano, Juan José Téllez o José Vicente Barcia….

–Estoy muy feliz de encontrarme tan bien arropado por todas las personas que escriben en el libro. Son todas personas a las que, por diferentes motivos, estimo, respeto y admiro muchísimo, y que se prestasen a escribir en Arquetipos ha sido una gran satisfacción. Su enorme generosidad se traslada a unos textos maravillosos que rebosan calidad, ingenio e inteligencia. Personalmente creo que el conjunto de los artículos con la portada ofrece un instrumento de análisis de la pandemia distinto al típico libro de ensayo,  aunque no por ello menos riguroso, y ahí es, quizás, dónde se encuentra la originalidad y atractivo del mismo.

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