Sergio Ramos, el canterano sevillista más laureado de todos los tiempos, vuelve a ser historia en el club hispalense tras confirmarse este lunes que deja el equipo de su alma, inmerso en una obligada y profunda reconversión en ciernes. Se vuelve a marchar el 'hijo pródigo', el gran líder del vestuario en un curso muy duro, tras haberse sacado la 'espinita' que tenía clavada desde hace dieciocho años.
Sergio Ramos, de 38 años, tenía la asignatura pendiente de regresar a su equipo de siempre después de su polémica y agria salida al final de la campaña 2004-05, tras una explosiva irrupción en el Sevilla de su mentor, Joaquín Caparrós, y por un traspaso millonario al Real Madrid que generó un gran rechazo en el sevillismo, casi irreconciliable, en los tiempos de José María del Nido Benavente como máximo rector del club.
Sin embargo, el de Camas vio cumplido el pasado septiembre el sueño de volver a vestir la casaca blanquirroja del club en el que se formó y con el que debutó en la élite, después de dieciocho años de acumular un sinfín de títulos y éxitos de todos los colores en su larga etapa en el Real Madrid, antes de fichar por el PSG, y con una selección española de la que también fue capitán y santo y seña muchos años.
Considerado uno de los mejores centrales del mundo, en esta última campaña ha sido referente y jefe absoluto de la defensa de un Sevilla en caída libre, y se marcha de nuevo del club de su corazón, quizás con destino a la liga profesional de Estados Unidos, pero ahora lo hace de otra manera.
Sergio incluso ejerció este curso como uno de los capitanes de la plantilla de un equipo a la deriva, con tres entrenadores (José Luis Mendilibar, Diego Alonso y Quique Sánchez Flores) en una campaña nefasta que empezó en la Liga de Campeones y en la que casi siempre estuvo luchando, por segundo año seguido, por un objetivo inusual en este laureado club en el siglo XXI: la permanencia para evitar un 'segundazo'.
Tras cumplir con un buen rendimiento el año que, ya con la liga iniciada, firmó como agente libre con el equipo del barrio de Nervión, con un sueldo (en torno a un millón de euros) muy por debajo de su millonario caché y con el claro objetivo de revivir sentimientos como sevillista y reconciliarse con su gente, el veterano defensa camero ha decidido dar por terminado su segundo ciclo en el Sevilla.
Sergio Ramos ha vivido muchas emociones, momentos muy buenos, como el de su presentación el 6 de septiembre ante más de 22.000 seguidores que le ovacionaron en su retorno a su casa, y también malos, como su falta de entendimiento al principio con Mendilibar o el sufrimiento de ver al equipo de su vida, acostumbrado a ganar títulos en este siglo, abajo en la tabla y sin rumbo ni fuerza para optar a algo más que alejarse de un abismo al que no se asomaba desde su último descenso en 2000.
El emblemático futbolista camero, curtido en mil batallas y con una personalidad muy fuerte, ambiciosa y arrolladora, no se arredró nunca en este año de regreso a la que fue su cuna, lideró la zaga de un equipo presa de los nervios y también ejerció de referente en el vestuario. Se lo ganó con su ejemplo en el día a día, en los entrenamientos y en sus 37 partidos oficiales disputados.
Con sus aciertos y errores en acciones puntuales en los partidos, el canterano sevillista, siempre jefe de cualquier zaga en la que juegue, 'the Boss' en el símil con el mítico rockero Bruce Springsteen, transmitió respeto, orgullo y el máximo amor y compromiso por el escudo del Sevilla a sus compañeros, lo que se tradujo en lograr la permanencia con cuatro jornadas de antelación después de una temporada nefasta, muy dura y complicada, que auguraba los peores presagios para el club.
Aunque su presidente, José María del Nido Carrasco, hijo del dirigente con el que tuvo un sonado encontronazo en su salida del club cuando tenía 19 años -un enfrentamiento que ahora sigue vigente entre padre e hijo en la saga de los Del Nido-, tenía esperanzas de que siguiera este emblema de la plantilla, el ciclo de Ramos en el Sevilla ha llegado a su fin.
Es una pérdida importante para el futuro de un equipo sevillista obligado, por motivos económicos, a recomponerse, a tirar de la cantera y a mirar a otros objetivos no tan altos como en las dos últimas décadas. La salida de Ramos será, sobre todo, trascendente por su papel de 'guerrero' en el campo, de veterano con ascendencia en el vestuario y de fuerza, ambición y calidad en el eje de la defensa.
El incombustible central de Camas se va del Sevilla con 37 partidos jugados (28 de LaLiga, 5 de 'Champions' y 4 de Copa), 7 goles y una asistencia en esta segunda etapa en Nervión. Contando con la primera, Ramos ha disputado 87 encuentros con la camiseta sevillista, con 10 tantos en total.
El Sevilla tenía claro que quería mantenerlo algún año más en su plantilla, era un objetivo deseado y quizás casi crucial, por su buen estado de forma, su profesionalidad y el ejemplo que hubiera supuesto para la gente joven de la cantera que, en principio, deberá tener más protagonismo en el equipo de Xavi García Pimienta en esta etapa de vacas flacas.
Al final, Sergio Ramos ha tomado otro rumbo, navegará en otra liga, seguro que con menos carga emocional para él. Es la ley del fútbol, el mundo profesional, y más para un futbolista que siempre ha elevado esa categoría hasta el infinito.