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Sevilla

El cónclave

Inmaculada Rodríguez Piñeiro y Antonio Hernández, secretarios de Política Económica y Autonómica, respectivamente, del PSOE han urgido a que representantes del PP se encierren con ellos en una habitación y no salgan de la misma hasta que no logren un acuerdo definitivo sobre los desahucios porque,

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Inmaculada Rodríguez Piñeiro y Antonio Hernández, secretarios de Política Económica y Autonómica, respectivamente, del PSOE han urgido a que representantes del PP se encierren con ellos en una habitación y no salgan de la misma  hasta que no logren un acuerdo definitivo sobre los desahucios porque, dicen, “la gente necesita soluciones inmediatas”.

Estupenda y expeditiva idea que, a buen seguro, cosecharía frutos rápidamente y que ya tuvo una eficacia probada hace nada menos que 741 años. En 1271, la Cristiandad llevaba esperando ¡dos años y nueve meses! a que los cardenales, reunidos en Viterbo, se pusieran de acuerdo en la elección de un nuevo Papa. Hartos de que la silla de San Pedro siguiera vacante tras tan amplísimo margen de espera, el pueblo y las autoridades locales acabaron encerrando entre cuatro paredes a los miembros del Colegio Cardenalicio. Como se diría ahora, los príncipes de la Iglesia entendieron ‘ipso facto’ el mensaje y aceleraron la elección de quien pasó a la historia como Gregorio X.

Escarmentado por aquella experiencia al tiempo que admirado por su eficacia, el nuevo Pontífice instauró el sistema del cónclave (que literalmente significa en latín ‘con llave’, esto es, encerrados bajo llave): los cardenales no podrían abandonar el enclaustramiento al que serían sometidos a la muerte de un Sumo Pontífice hasta que no eligieran a su sucesor. Para estimular su capacidad de consenso, inspiración del Espíritu Santo aparte, Gregorio X estipuló que al cabo de tres días sin acuerdo, en los cinco siguientes sólo recibirían dos comidas cada jornada. Sobrepasado ese plazo, a partir de entonces serían sometidos a una estricta dieta compuesta únicamente por pan, agua y vino. Y, por supuesto, no percibirían óbolo alguno.

No de esa forma tan severa, la tradición del encierro de los cardenales en el cónclave  para acelerar el acuerdo de elección de nuevo Papa se ha mantenido, con altibajos, hasta hoy. Y como en aquella época no había medios de comunicación, se instauró la costumbre, que aún perdura, de la fumata o humareda blanca o negra (obtenida mediante la quema de paja húmeda/verde o seca/amarilla) para lanzar mensajes al exterior, en sentido positivo o negativo.
Así pues, lo que el PSOE está proponiendo al PP no es más que otro cónclave, aunque en este caso laico.

¿Y si probaran a encerrarse en una habitación para llegar a acuerdos en muchos otros asuntos tan fundamentales o más que los desahucios?
Al fin y al cabo, como ellos dicen, “la gente necesita soluciones inmediatas”.

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