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Sábado 09/11/2024
 

Sevilla

Otro festejo desangelado y sin orejas

El muy escaso fondo de raza de la mayoría de los toros de Torrestrella y la falta de concrección de los toreros con los dos ejemplares más manejables convirtió hoy la octava corrida del abono de Abril en la Maestranza en otro festejo desangelado, pero ésta vez sin orejas para la estadística

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  • Antonio Ferrera -

El muy escaso fondo de raza de la mayoría de los toros de Torrestrella y la falta de concrección de los toreros con los dos ejemplares más manejables convirtió hoy la octava corrida del abono de Abril en la Maestranza en otro festejo desangelado, pero ésta vez sin orejas para la estadística.

FICHA DEL FESTEJO:

Seis toros de Torrestrella, variados de capas y de dispar presentación: flacos y de descompensadas hechuras los tres jaboneros y con más cuajo y hondura el resto. En conjunto, corrida deslucida por descastada y de muy escaso fondo, aunque con un par de ejemplares manejable y con posibilidades de triunfo.

Antonio Ferrera: golletazo (silencio); estocada baja (silencio).

Iván Fandiño: estocada trasera tendida (silencio); pinchazo hondo y descabello (silencio).

Pepe Moral: estocada trasera y dos descabellos (vuelta al ruedo); estocada baja trasera (silencio).

En tarde calurosa, la plaza se cubrió en algo más de la mitad de su aforo, en el octavo festejo del abono.

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CALOR Y SOPOR

Después del exceso de triunfalismo del fin de semana, el calor ambiental regresó de nuevo a la Maestranza junto con el sopor que provocó la corrida de Torrestrella, que ni siquiera dio opción a que el amable público que está acudiendo a la Maestranza estos días sacara sus pañuelos para pedir orejas tan generosas como las que ya van concedidas en la feria.

Los toros de la divisa gaditana lucieron una gran variedad de capas, desde el pelo albahío hasta el sardo y el jabonero, pero dentro de ese vistoso envoltorio sólo albergaban una mínima cantidad de raza y un escaso fondo de bravura, apenas suficientes para seguir las muletas de forma cansina e insulsa.

A pesar de que no les castigó en el caballo, ya que sólo se les señalaron los puyazos, la mayoría de los "torrestrellas" llegaron vacíos al último tercio, haciendo que casi todas las faenas de la terna fueran un simple trámite.

Pero, más allá de generalidades, un par de toros tuvieron mayor duración y celo que la media y dieron opción a que sus matadores sacudieran a la tarde de la prolongada modorra.

Uno de ellos fue el tercero, que ya mostró su clase en el galope con que acudió al capote de Pepe Moral. Sin que la puya apenas le hiciera sangre, tuvo una noble movilidad tras la muleta del diestro sevillano, que abrió trasteo con dos espectaculares pases cambiados en los medios.

Ya metido en harina, las primeras series de muletazos, por limpieza y temple, fueron las de mayor nivel de la obra, en tanto que una creciente ansiedad por resolver antes de tiempo hizo que Moral no administrara la buena condición del animal con el suficiente reposo.

Acumulando más que ligando los muletazos y exigiendo más que ayudando al de Torrestrella, todo fue a menos para quedarse únicamente en una generosa vuelta al ruedo para el sevillano, que se aplacó más con el sexto, toro con voluntad pero con el que no pudo pasar de pulcro en su faena de largo metraje.

El serio y cuajado quinto fue el otro de los ejemplares destacados del encierro, porque, a pesar de sus medidas fuerzas, acudió con voluntad y docilidad a todos los cites que le planteó un visiblemente desanimado Iván Fandiño, que le recetó los pases de forma tan mecánica y sin expresión como a su insípido primero.

Por su parte, Antonio Ferrera tuvo momentos notables con la capa ante los dos toros de su lote. El diestro extremeño veroniqueó, bregó e intervino en todos los quites con soltura y variedad, para después protagonizar sendos tercios de banderillas de buena escenografía que pusieron la nota de mayor color de la tarde.

Ya en el último tercio, Ferrera lidió al lote más deslucido en su conjunto con una buena técnica y sobrado oficio, intentando empujar algo más de lo posible sus cortas y sosas embestidas hasta que ya no dieron más de sí.

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