El virtuosismo y la genialidad a las seis cuerdas de Joe Satriani fueron protagonistas de una noche para el recuerdo en Sevilla. El guitarrista estadounidense no hizo la 'Jugada Obama' y sí que se presentó en tierras hispalenses para responder a la gran expectación que había levantado su visita pese al elevado precio de las entradas.
Con sus inseparables gafas de sol y la típica indumentaria negra, Satriani abrió el fuego con
Shockwave Supernova, tema que da nombre a su último trabajo de estudio. Era de esperar un comienzo novedoso, pero el salto mortal hacia atrás en el tiempo no se hizo esperar gracias a la interpretación de
Flying in a blue dream y
Ice 9, dos temas imprescindibles en el set list del neoyorquino.
Summer Song pareció animar todavía más a los presentes, ávidos de más, mucho más, intuyendo que al espectáculo le quedaba todavía la mitad. Porque sí, el señor Satriani se pegó dos horas en escena, disfrutando con cada acorde y mostrando una espectacular colección de guitarras que casi saía a una por canción.
A estas alturas el público estaba fundido doblemente. Primero por la impresionante lección que estaba ofreciendo al maestro Satriani, al que le responden los dedos como el primer día pese a que a mediados de este mes cumplirá 60 años. Por otra parte, el asfixiante calor hizo que más de uno necesitara salir a respirar a costa de perderse algunos temas. Una bajada de tensión en corriente del polígono en el que se ubida la Sala Custom obligó a bajar la potencia del aire para evitar problemas como el apagón que se produjo casi al final de
If a could fly. Tras unos minutos a oscuras, los músicos retomaron el asunto para dar por finiquitada la canción entre los aplausos de los acalorados espectadores, que recibían botellas de agua por parte del personal de las instalaciones.
Desgranando temas de su último disco, como
Crazy Joey o
On Peregrine Wings, Satriani intercaló algunos de sus clásicos de siempre. Todo ello con un denominador común, la perfección a la hora de ejecutar cada pieza.
Mención aparte merecen los excelentes músicos que acompañan a Satriani. Mike Keneally, un hombre orquesta que lo mismo te hace un solo de teclados que de guitarra, cuajó una actuación sublime, acompañado en todo momento por el poderoso bajo de Bryan Beller. Pero de los tres acompañantes en escena fue el batería Marco Minnemann el que tuvo sus diez minutos de gloria con un solo antológico que no paró de arrancar "ohhhhhhhhhhhhh" de un público atónito ante lo que estaba viendo. "Marco, Bryan y Mike forman la mejor banda en directo con la que yo nunca he tocado" asegura Satriani y no es para menos.
Con
Satch Boogie se llegaba al final de un espectáculo que no se hizo largo en absoluto, por lo que el público esperó unos minutos hasta que los músicos reaparecieron en escena.
Big bad moon y
Surfing with the alien cerraron ya de forma definitiva el recital. En la primera, la única canción con letra de la noche, el maestro hizo de vocalista dejando claro que lo suyo son las cuerdas. Y en el último tema de la noche, el alienígena Satriani, porque de este planeta no es este señor, realizó la última demostración de su genialidad con la guitarra. Espectacular.