El acusado de matar al vicario admite el crimen y está "arrepentido"

Publicado: 03/10/2016
La acusación particular pide para el imputado por vez primera en Sevilla la imposición de la prisión permanente revisable
José Eugenio Alcarazo, para quien la Fiscalía de Sevilla solicita 20 años de cárcel por el asesinato a cuchilladas el día 16 de julio de 2015 del vicario parroquial de San Isidoro, Antonio Carlos Martínez Pérez, ha reconocido este lunes haber cometido el crimen y ha aseverado que está "totalmente arrepentido" por ello, ya que "nadie es dueño de la vida de nadie, y yo menos".

Durante la primera sesión del juicio con jurado popular en la Audiencia Provincial, el acusado, que se encuentra en prisión por estos hechos, ha dicho no obstante que lo único que recuerda del momento de los hechos "es la cara" de la víctima, que tenía 75 años de edad, que era tío de su mujer y que, según el informe de autopsia, recibió hasta nueve puñaladas, según han informado a Europa Press fuentes del caso.

El acusado, que se ha negado a responder a las preguntas de la abogada que ejerce la acusación particular en nombre del hermano y los sobrinos de la víctima, ha reconocido el crimen a preguntas de la Fiscalía y ha relatado que la mañana del día de los hechos se encontraba en el Hospital de San Juan de Dios de Bormujos, donde llevaba ingresado diez días tras haber intentado suicidarse mediante la ingesta de pastillas.

En este sentido, el procesado ha negado que se escapara de este centro hospitalario cuando iba a ser trasladado a la Unidad de Psiquiatría del Hospital Virgen del Rocío, en contra así de lo que sostienen las acusaciones. "Me dejaron solo en la habitación, se fue todo el mundo, por lo que salí por la puerta, me metí en mi coche y me fui", ha relatado.


"VACÍO, PERDIDO"

Seguidamente, y según ha indicado, se dirigió al domicilio de su mujer para "ver qué posibilidades" había de que retomaran su relación sentimental, pero su esposa se negó a ello. "A partir de ahí no sé lo que hago, no sé si me han dado un mazazo en la cabeza o si me he estrellado contra una pared", ha aseverado.

"Estaba vacío, perdido, le di un beso y me fui", ha narrado el acusado, quien, al ser preguntado por la fiscal sobre si compró de manera previa al crimen dos cuchillos de cocina en un bazar chino ubicado en la calle San Jacinto, ha respondido que "cree que sí, eso dice la Policía", pero "hay un montón de horas muertas ahí".

El imputado, que ha asegurado que tras la negativa continuada de su esposa a retomar la relación su intención "en todo momento" fue quitarse la vida, ha señalado a continuación que no tenía "ninguna relación" con la víctima porque "se inventaba cosas, como decir que yo estaba embargado por Hacienda, e incluso llegó a golpearme".

A ello se suma, según ha dicho, que el fallecido "malmetía" con los hijos de su mujer, "enseñándoles a no respetarla", punto en el que ha negado la tesis de Fiscalía y acusación particular en cuanto a que considerara al vicario "la causa principal de sus problemas y ruptura con su esposa". "No le culpabilizaba de que ella no quisiera volver conmigo", ha afirmado.


LA FISCALÍA PIDE 20 AÑOS DE CÁRCEL

Tras admitir que las relaciones con los hijos de su esposa eran "bastante malas", el procesado ha relatado que, después de acabar con la vida del vicario de San Isidoro, se dirigió nuevamente a la vivienda de su mujer, siendo detenido en ese trayecto por la Policía. Según ha explicado, "iba a entregarle el coche y luego a Blas Infante", en relación a que iba a entregarse a la Jefatura de Policía.

La Fiscalía pide para el acusado 20 años de prisión por un delito de asesinato con la atenuante de enajenación mental, mientras que la acusación particular que ejerce la abogada Inmaculada Torres en nombre de un hermano y los sobrinos del fallecido ha pedido para el imputado la prisión permanente revisable, lo que se produce en Sevilla por primera vez desde su introducción en el Código Penal.

La letrada de la acusación particular, en su alegato previo al inicio del juicio, ha explicado que en esta "brutal" agresión no concurre ninguna circunstancia atenuante --el acusado "sabía lo que hacía e hizo lo que quería"-- y ha aplicado además la agravante de abuso de superioridad dada la "especial vulnerabilidad" de la víctima, que tenía 75 años y era "una persona anciana y enferma".

De su lado, la letrada del imputado, Encarnación Molino, ha explicado en su alegato previo que "hacer justicia no es venganza" y ha solicitado a los miembros del jurado "un juicio justo", agregando que su patrocinado "está arrepentido y desearía" que el crimen "no hubiera ocurrido".

Por ello, y en nombre del imputado, ha pedido "perdón" a la familia y amigos del fallecido y a la sociedad en general. "Ojalá no hubiera ocurrido", ha subrayado la letrada, que pide la libre absolución de su cliente al entender que en este caso concurre la eximente completa de alteración psíquica.

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