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Lunes 18/11/2024
 
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Sevilla

Contramano: Viajando con Tussam

El informe de la ocu se une a otro interno de Tussam del pasado verano. Sería mejor invertir en mejorar el servicio actual que 40 millones en ampliar el tranvía

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  • Cocheras de Tussam. -

El alcalde, Juan Espadas, ha tenido que dar la cara por la empresa municipal de transportes (Tussam) después de que la Organización de Consumidores y Usuarios (Ocu) difundiera las conclusiones de un análisis sobre el funcionamiento de 13 líneas de autobús de Sevilla más la del Metro y el tranvía: 1, 2, 10, 11, 12, 13, 24, 27, 29, C1, C2, C3 y C4. Ha detectado que todas sufren problemas habituales de retrasos, que pueden calificarse como graves en el 25% (superior a dos minutos).

Según la Ocu, de las 21 ciudades españolas analizadas, Sevilla se encuentra entre las cinco últimas en la escala de valoración del servicio de autobús municipal, ya que obtiene una mala puntuación tanto en retrasos sobre el horario previsto como en aglomeraciones de usuarios, especialmente en las paradas.

Espadas ha defendido la calidad del servicio apoyándose en el refrendo que a su juicio supone que Tussam haya registrado el mejor mes de octubre de los últimos ocho años al haber transportado un total de 7.890.255 viajeros (un 4,79% más), pero también ha reconocido que se necesita contratar más conductores porque la capacidad está al límite y al tratarse de un servicio esencial el Gobierno de la nación debería flexibilizar las normas de contratación.

Por su parte, los sindicatos han reconocido implícitamente la validez del estudio de la Ocu al achacar los retrasos detectados al estacionamiento de vehículos privados en los carriles de circulación reservados a los autobuses y/o la invasión de los mismos, un problema que por tanto debería ser afrontado por la Policía Local.

El estudio de la Ocu se une a otro ejecutivo interno de Tussam fechado el 21 de septiembre y que trascendió a principios de octubre. Según este informe sobre el periodo comprendido entre agosto de 2017 y agosto de 2018, la puntualidad en las cabeceras de las líneas pasó del 82,77% al 79% y la regularidad de las rutas, del 80,35% al 69,77%. Asimismo, el número total de vueltas del conjunto de líneas se redujo en un 16%, y el de vueltas perdidas subió casi en un 30%. La satisfacción global de los pasajeros bajó en un 1,05%.

Mi análisis

Me preocupa Tussam como usuario habitual desde siempre, como ciudadano y como contribuyente, y también porque la calidad de su servicio y el grado de cortesía que muestren sus conductores es fundamental para la imagen que de Sevilla se lleven los turistas. En un buen porcentaje, el primer y el último contacto de los turistas con la ciudad se produce a bordo del autobús especial de Tussam al aeropuerto, el cual transportó el año pasado casi 850.000 personas a San Pablo.

Utilizo de forma habitual e indistinta dos líneas de autobús para desplazarme al Centro y una tercera de forma esporádica; una o dos más para ir al extrarradio, y el tranvía, todo lo cual equivale a casi la mitad del número analizado por la Ocu para elaborar su informe, por lo que creo que puedo hablar con conocimiento de causa del servicio municipal de transportes. Veamos los últimos días, a título de muestra.

El viernes pasado debía coger a primera hora de la mañana un tren en San Bernardo para viajar a otra provincia de Andalucía. Llegué en autobús desde mi barrio al Prado de San Sebastián a las 6:50. Podría haber transbordado a otra línea de autobús, pero con tal de engordarle la decaída estadística opté por el tranvía. Cuando llegué a su parada observé con sorpresa que el panel luminoso indicador del tiempo de espera no ofrecía información alguna. Pasaba el tiempo y empecé a plantearme si buscar otro autobús o irme andando para no perder el tren.

El tranvía tardó unos 15 minutos en aparecer, en una hora en que mucha gente se desplaza a su trabajo. Cuando se inauguró en octubre de 2007 se dijo que habría un tren por sentido cada 7 minutos y que recorrería la distancia entre la Plaza Nueva y el Prado en 8 minutos. Si al final es el doble de tiempo, muchos optarán por ir andando. He aquí una de las razones que explicaría su caída de viajeros.

Repetición

Regresé a Sevilla por la tarde e hice en tranvía el trayecto inverso, desde San Bernardo al Prado. Pues bien, en la parada de San Bernardo ¡tampoco se daba información del tiempo de espera del tranvía en el panel luminoso!, pero sí de las líneas de autobuses (¿?).  En el Prado me subí a un autobús con destino a mi barrio. Tras la penúltima parada antes de aquella en la que debía bajarme pulsé uno de los timbres para alertar al conductor. No funcionaba. Me fui a la parte delantera a pulsar otro. Tampoco funcionaba. Tuve que apresurarme a llegar a la parte trasera, donde por fin se activó uno. Si hubiera sido una persona impedida no habría tenido margen de actuación. Pero es que al día siguiente, sábado, cogí otro autobús ¡y me volvió a pasar lo mismo con los timbres! Esto me ocurre con demasiada frecuencia. ¿Nadie se encarga de hacer una revisión general sobre el funcionamiento de estos elementos?

A la vuelta de las vacaciones de verano, tanto en septiembre como en octubre, perdí la cuenta de las veces que me pasé por la oficina de Tussam en el Prado para recargar bonobuses. Imposible. Estaba atestada de estudiantes hasta en las escalinatas exteriores para solicitar o renovar la tarjeta de transporte universitaria, a lo que había que unir la entrada en vigor del título gratuito para los menores de 12 años. Comprobé que se habían habilitado un par de puestos más de atención e incluso un vigilante se encargaba de disuadir a los no universitarios para que se fueran a otra parte, pero es manifiestamente insuficiente con una población de 80.000 universitarios que colapsan esa sede durante al menos dos meses. ¿No se puede arbitrar otro sistema? ¿No se puede poner más personal? ¿No se pueden habilitar temporalmente mostradores de Tussam en la Universidad?

Tijeretazo

Hablando de tarjetas, en el pleno extraordinario de octubre se modificó el Presupuesto de la ciudad para inyectar 350.000 euros al Maestranza y 790.000 a Mercasevilla. No digo que no fuera necesario pero sí llama la atención que 150.000 euros se detrajeran del bonobús joven y 450.000 del bonobús solidario. Dicho de otro modo: se le dio el tijeretazo a partidas destinadas a Tussam antes que a otras, lo cual es muy significativo en este contexto.

También a la vuelta del verano he vuelto a ver, en honor a la verdad después de bastante tiempo, conductores que convierten el autobús en una especie de discoteca poniendo la radio a todo volumen tras sintonizar alguna emisora musical. A toda pastilla. Hace años me dijo un gerente de la empresa que lo hacían porque se aburrían y necesitaban entretenerse en los trayectos. Eso jamás lo he visto en ninguna otra ciudad, ni española ni del extranjero, ni siquiera en los autobuses turísticos, donde hay más relajación. ¿Serán esas ciudades más divertidas que la nuestra?

Y ya que sale a colación el turismo. Pese al boom turístico que vive la ciudad y los 2,5 millones de turistas que recibimos, por la megafonía interna de los autobuses que anuncia la próxima parada nunca se ofrece información en inglés para los turistas, al contrario que en muchas urbes europeas, prueba de la distancia que todavía nos separa de las mismas.

La aplicación

La aplicación o app de Tussam la cambiaron digamos de formato hace meses. Según mi experiencia ha sido para peor, sobre todo los fines de semana, cuando con demasiada frecuencia sólo aparece un círculo dando vueltas sin fin o simplemente un mensaje de que no hay información disponible. El sábado la volví a consultar en el Prado  para ver cuánto tiempo tardaría el autobús en llegar. Siete minutos, según la información en la pantalla. Sorprendentemente, apareció en medio minuto. Cronometré entonces el tiempo pensando en que quizás se refería al lapso no de llegada, sino para la partida. El autobús arrancó pasados unos 3,5 minutos, no 7. Una persona que hubiera confiado en la aplicación probablemente lo habría perdido.

Me duele decirlo pero creo que nuestra app está a bastante distancia de otras como, por ejemplo, la de la compañía de Estocolmo (Storstockholm Lokaltrafic o SL), que tiene una interfaz mucho más sencilla y práctica a pesar de que ofrece información no sólo de los autobuses como aquí, sino de todos los sistemas de transporte metropolitanos de la capital sueca, desde los trenes de cercanías hasta los ferries, y además de forma combinada y simultánea.

Como usuario habitual deseo, al igual que todos los ciudadanos, que Tussam alcance los máximos estándares de calidad. A la luz de los informes citados y de mi experiencia me pregunto si no sería más útil y necesario invertir en mejorar sus medios y su servicio (más conductores, puesta al día de los vehículos, más paneles informativos, megafonía bilingüe, una “app” mucho más avanzada…) en vez de dedicar 40 millones a ampliar de forma redundante el tranvía.

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