Hoy ha empezado la peregrinación a la aldea almonteña de la Hermandad de Villamanrique, la filial más antigua
El Vado del Quema en el cruce del río Guardiamar, en Aznalcázar (Sevilla), es para muchos rocieros todo un emblema, un lugar con un significado muy especial en el que se da la bienvenida a la devoción rociera a aquellos que por primera vez surcan los caminos hacia la aldea almonteña.
Es este uno de esos puntos en los que la Romería del Rocío, año tras año, deja estampas y vivencias, emociones y sensaciones que se suceden en todos aquellos que desde el pasado martes vienen cruzándolo para adentrarse desde la provincia de Sevilla a la Huelva, acercándose con ello cada vez más a su objetivo, llegar a las plantas de la Blanca Paloma.
Por reste punto pasan las 63 de las 124 hermandades que conforman la lista de filiales de la Hermandad Matriz de Almonte que realizan el denominado camino de Sevilla, procedentes de lugares muy dispares de la geografía andaluza.
Un año más, el río Guadiamar está siendo testigo del paso de miles de carros, caballos y romeros, muchos de ellos ya curtidos en una devoción que profesan desde antaño en un camino que no deja de depararles novedades y otros noveles dejándose llevar por todo lo que implica la experiencia.
Para estos últimos, el Vado del Quema cobra un significado algo más especial, ya que la mayoría viven allí su ingreso oficioso en esta devoción a través del "bautizo rociero".
Con agua del Guadiamar, estos nuevos devotos son "bautizados" y reciben nombres alusivos al sentimiento rociero y al entorno que rodea a la romería, marcado por el Espacio Natural de Doñana, provocando instantes en los que destaca una mezcla de sentimientos: alegría, por los que llegan, y nostalgia por los que ya no están o este año no han podido hacer el camino.
Y todo ello, con el sonido de fondo de la flauta y el tamboril, de la guitarra y las palmas que van marcando el compás de cantes por sevillanas y rumbas con los que rezan a la Virgen del Rocío; y del que genera el agua y el propio paso de la hermandad encabezada por la carreta del Simpecado tirada por bueyes o mulos.
Hasta el día de hoy habían sido 55 las filiales que han pasado por este lugar para enfilar la localidad de Villamanrique de la Condesa (Sevilla) y adentrarse en tierras onubenses para alcanzar El Rocío, y en esta jornada lo hacen las ocho últimas: Triana, Sevilla y Sevilla Sur, desde la capital hispalense; y Cabezas de San Juan, Villanueva del Ariscal, Écija, Osuna y Puente Genil.
Todas ellas, tras su paso por el que es considerado uno de los puntos neurálgicos de la romería, del sentir y la devoción rociera, junto con Bajo de Guía, en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) o La Raya en Huelva, se sienten un poco más cerca de Ella.
Y es que muchos lo entienden como la antesala de todas las vivencias, emociones y estampas para el recuerdo que dejarán los días que quedan por vivir, ya en la aldea, junto a toda la familia rociera abanderada por la Hermandad Matriz de Almonte.
Vivencias y emociones que se elevarán a su máxima expresión el próximo lunes de madrugada cuando, una vez que los almonteños hayan cogido el paso de la Virgen del Rocío y ésta, un año más, a hombros de su pueblo, vaya recorriendo su aldea para agradecerle a todos sus devotos que un año más la hayan arropado.