Más de dos meses después de decretarse el
estado de alarma, sin clases presenciales y con las rutinas diarias desmoronadas, los universitarios sevillanos han pasado de la
ansiedad y el
miedo al
contagio del
coronavirus al
estrés por cómo abordar un
final de curso en el que está por estrenar un sistema de
evaluación online. Éstas son las nuevas consultas que empiezan a tratar los profesionales del
programa de atención psicológica de la Universidad de Sevilla, reforzado en estos meses de pandemia por el Covid-19. Son en total una
veintena de personas, más estudiantes voluntarios, atendiendo una situación de emergencia “inédita” para la comunidad universitaria de la Hispalense (estudiantes, profesores y personal de administración y servicios).
Ya se han realizado
164 sesiones, todas ellas telemáticas. Los
estudiantes han sido los que más han solicitado este tipo de ayuda, con 124 sesiones, equivalentes a casi un
centenar de solicitudes individuales. Pedro Rodríguez, psicólogo del Servicio de Atención a la Comunidad Universitaria (SACU), explica que, después de varios meses ya de la nueva realidad académica, en las fases de desescalada,
las consultas se centran en la “preocupación y el estrés por el final de curso”. No sólo se ha tratado a alumnos. El personal de administración y servicios y los profesores también han requerido de estos servicios psicológicos.
“
Esta situación ha mermado la visión del futuro que tienen”, explica Rodríguez, que en sus sesiones con los estudiantes les intenta hacer ver que “
unos meses dentro de un proyecto de vida es poco tiempo. Hay que mirar más allá”. Este profesional recalca que la
situación que se ha creado es
“inédita”. Sobre situaciones de confinamiento como el que se ha vivido en España “no hay ejemplos anteriores. No hay literatura”, subraya Juan Pablo Sobrino, responsable de Relaciones con las instituciones sanitarias.
Se han producido casuísticas de todo tipo: desde el estudiante con problemas de sueño, al que ha visto cómo el ambiente se hacía irrespirable en su casa porque sus padres se han quedado en el paro a la estudiante alemana que contrajo el virus y estaba sola en Sevilla. “Se le acompañó al hospital y se estaba pendiente de su medicación”, explica Sobrino.
Precisamente, el colectivo de
estudiantes extranjeros ha sido uno de los más vulnerables en este tiempo. Sin una red de apoyo y con sus planes de estudio y económicos (porque muchos se mantenían con un trabajo, generalmente, en la hostelería) “trastocados”, estos alumnos
eran “los que nos preocupaban más, porque la soledad ha derivado en depresión en algunos casos”.
¿Cómo ha sido atender psicológicamente a través de videoconferencias? A esta pregunta, Pedro Rodríguez contesta que a algunos les ha costado contar con un “espacio de privacidad durante 50 minutos, porque, además, también los hay que no cuentan a sus familias que están recibiendo esta ayuda”. No obstante, “podría haber sido peor si no hubiéramos tenido tecnologías”.
Si la situación es delicada para cualquier estudiante, el que tiene necesidades especiales “requiere de una mayor atención”. La mayor parte de las solicitudes de ayuda que ha recibido la Unidad de Atención a la Discapacidad han estado relacionadas con la adaptación académica en un entorno virtual en el que tienen “problemas de accesibilidad, desconocimiento de la plataforma de enseñanza virtual, la necesidad de apoyo para la realización de trabajos en grupo y necesidades de apoyo psicológico”. Desde que empezó el estado de alarma se han atendido a 416 estudiantes con discapacidad.