El índice de aprobados está muy por encima del 90% todos los años, pero aún así, y teniendo en cuenta las extraordinarias condiciones en las que se va a celebrar del
7 al 9 de julio la
Prueba de Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (PEvAU), la antigua Selectividad, los nervios estarán en esta ocasión más a flor de piel que nunca. Por eso, hay que lanzar un “
mensaje de tranquilidad a los estudiantes y también a sus familias”, reconoce
Mercedes de la Torre, directora general de acceso, difusión y captación de la Universidad pública Pablo de Olavide. Sobre todo, mostrarles que se ha mirado, medido y tenido en cuenta cada detalle para garantizar la seguridad frente al coronavirus.
“
Nos hemos hinchado a medir para que entre mesa y mesa haya entre 1.50 y 1.60 metros de distancia”, reconoce De la Torre, cuyo equipo lleva trabajando desde el mes de abril en la preparación de las cuatro sedes que en el campus acogerán a los
1.690 estudiantes matriculados, un 35% más que el pasado año, que proceden de 30 centros de Sevilla y provincia.
La sede más grande es la de la
biblioteca, con capacidad para 420 alumnos. Le sigue la sede instalada en el
edificio 45 para 359 alumnos repartidos entre 14 aulas. La
sede 2 (edificios 11 y 14) albergará a 307 jóvenes y la
sede 3, en el pabellón deportivo 38, a 280. Se han habilitado
cuatro clases para un máximo de diez alumnos con necesidades especiales en cada una de ellas. Estos estudiantes mantendrán una distancia de seguridad entre ellos de dos metros. Dos de esos alumnos tienen problemas de hipocusia (audición) y necesitan leer los labios. Para ellos hay mascarillas con la parte de la boca transparente. La Universidad se ha hecho con
4.000 mascarillas quirúrgicas y "litros de gel hidroalcohólico", que serán
obligatorias durante los exámenes tanto para los estudiantes como para los profesores que vigilan. Profesores que
no cogerán a la entrada de las aulas los carnés de identidad (como se ha hecho siempre) y que llevarán
en todo momento guantes, explica la directora general de acceso.
La prueba de fuego será el primer día de examen, el martes 7, cuando están previstas las materias comunes de las que se examinan todos.
A los estudiantes se les ha citado una hora antes, cuando todos los años se les pedía estar con 30 minutos de antelación.
Este mismo miércoles, la Olavide ha mantenido una reunión con los vocales de los centros de Secundaria y los correctores, donde les han pedido que sugieran a las familias que no lleguen hasta la zona donde los estudiantes serán llamados por orden alfabético para que entren en su aula, donde sabrán de antemano cuál es su mesa (una pegatina con su nombre será la identificación). “Hay que evitar las aglomeraciones”, apostilla De la Torre, que apunta además que
las mochilas tendrán que ponerse debajo de las mesas, nunca amontonadas.
Los aires acondicionados se han revisado. En cuanto a la
limpieza,
en las aulas se harán entre descansos y al final de la jornada. Mientras se hacen los exámenes, se limpiarán los aseos.
Habrá que ir bien provistos de bolígrafos porque no habrá préstamos. Uno de los correctores del aula será
el “responsable de la grapadora” para los exámenes.
Exámenes que, desde que se terminen y hasta que sean cogidos por los
89 correctores de la UPO, pasarán
12 horas en cuarentena.