Valeria lleva una mascarilla a juego con el campamento de verano en el que disfruta y aprende a partes iguales estos días. Unas flores sonrientes, como los ojillos que deja ver la nueva prenda imprescindible, dan la bienvenida al campamento de huertos urbanos en el Edificio Clima, en el Parque del Tamarguillo, en Alcosa.
Éste es uno de los siete espacios, el de mayor capacidad por la amplitud de las instalaciones, que ha habilitado el Ayuntamiento de Sevilla este año en la cuarta edición de este programa de dinamización impulsado por la Delegación de Igualdad, Educación, Participación ciudadana y Coordinación de distritos.
La de 2020 será la edición del coronavirus. Como consecuencia de la pandemia y de las medidas sanitarias que recomiendan las autoridades, el Ayuntamiento ha dispuesto este año más días y más espacios, pasando de cuatro a siete, para así poder incrementar las plazas, con más de 200. La respuesta de las familias ha sido “muy positiva”, reconoce Isabel García, coordinadora del Programa de dinamización de huertos urbanos del Ayuntamiento de Sevilla. “Sorprendentemente, para lo que esperábamos, la participación ha sido muy alta”, subraya a los pies del huerto donde los menores del campamento de Alcosa, de 7 a 12 años, riegan lo sembrado y continúan con nuevas plantaciones. “Aquí les ofrecemos la posibilidad de acercarse a la naturaleza a la que no tienen acceso habitualmente”, reconoce la coordinadora del programa municipal. Lejos quedan en Sevilla esos versos de Machado en los que recuerda el “huerto claro donde madura el limonero”...
Los niños viven “experiencias” tales como la de conocer cuáles son las verduras de temporada, los insectos propios del entorno en el que están, cómo se hace agricultura ecológica... Pero, igualmente, los niños aprenden en los talleres que les imparten cuatro monitores con formación reglada cómo reciclar agua y envases y a hacer aceites y alcoholes con plantas, entre otras cosas. Valeria, Laura y Ariadna dejan por escrito su día a día en el campamento en un cuaderno de campo que han hecho y decorado ellas mismas. Cada una con su estilo, pero todas con idéntica ilusión por mostrar el fruto de sus últimas dos semanas de aprendizaje.
Los últimos días han sido de mucho calor, pero las mascarillas son obligatorias siempre. Y si a alguno se le olvida, su monitor o el responsable de seguridad de la puerta, con el gel hidroalcohólico en ristre todo el tiempo, se lo recuerdan. “Los niños repiten”, afirma satisfecha y orgullosa Isabel, para la que la colaboración de las familias ha sido clave. “Les hemos mandado un protocolo con las cosas que deben hacer antes de traer a sus hijos”, explica, recordando que una de esas rutinas es la de tomar la temperatura a los niños todas las mañanas.
Samuel Chaparro es uno de los cuatro monitores del campamento de huertos urbanos de Alcosa. No es la primera vez que trabaja en un programa como éste pero sí la primera que lo hace tras una pandemia. Samuel tiene claro lo que escribiría en su cuaderno de campo: “Al final y pese a todo, aprendemos todos de todos y nos ayudamos”. Enseñanzas que han sobrevivido a la plaga del coronavirus.