Hace calor. Mucho calor. El temporal de levante da un concierto de persianas, ventanas y puertas. Me quiero ir a la playa. Espero a que baje la marea. ¿Ya? No, aún queda un par de horas. Bueno, voy bajando y ya si eso me tomo un cafelito en el Europa. Llévate a los niños. Vale. Vamos niños. ¿Así te los vas a llevar? ¿Cómo quieres que me los lleve? ¿Los tuesto antes? ¿Qué dices, gilipollas? Échales crema… Les echo crema. Me da asco la crema solar. Me dan asco todas las cremas. Me producen repelús. Me dan grima. Dentera. Esa grasienta sensación de perder adherencia, de sentir que el mundo resbala. ¡Qué le eches crema! Vale… ¡Aj!, ¡puaj! ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. ¡Joder Younes, ponle una camiseta al menos! ¡Para qué, si vamos a la puta playa! ¡Qué se la pongas! Vale. ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. ¿Esa camiseta? Sí, esa camiseta. Pues esa no, que van empercochados… Pienso, (¿empercochados? Empercochado tienes tú el cerebro…) Vale, se las quito, ¿cuál les pongo? No sé, la que sea. ¿La que sea? (madre mía qué pesada)… Sí, la que sea pero que no sea esa… Vale, pero dámela tú. ¿Yo? Todo lo tengo que hacer yo… ojú que jartura… ni echarse un ratito puede ya una. Toma. Gracias. Le pongo las camisetas. ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. ¿Llevas toalla? No, no llevo, para qué si con el levante que hace, bajaremos, nos daremos un baño y nos subimos de nuevo al Paseo. ¿Y cómo los seca? ¿Cómo los seco? (pues con el puto viento de levante joder o con la mala hostia que me está entrando). Pues no sé, con el calor que hace nos secamos solos. Anda ya, coge el bolso naranja que ahí están las toallas. ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. Espera. (Madre mía, madre mía). Dime. ¿Llevas ropa seca? No, no llevo ropa seca. Llevo las toallas para que se sequen. ¿Tú no serás tonto, no? Coge unas mudas para ellos y otra para ti. Yo paso, pillo para los niños. Las cojo y las meto en el enorme bolso naranja. ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. Espera… (No me jodas, no me jodas) Dime. ¿La merienda? Paso, le compro algo de charcutería y un poco de pan en el Jamón y les hago un par de bocatas. ¡Sí, hombre! ¿Qué hemos dicho? Que ya no se gasta más fuera y que primero tenemos que comernos todo lo que tenemos en casa. Estoy harta de tirar comida. No tiramos casi nada de comida (si no me crees, mira lo hermosos que estamos). Sí, tiramos. En el frigorífico hay chóped y también Actimel y algo de fruta. Ok. Abro el frigorífico, cojo el chóped, pongo un par de sándwich, lo envuelvo en papel albal, los meto en una neverita de playa con un estampado más feo que una caries, y junto a ellos, dos actimel y unas picotas caras como su puta madre. ¡Ya! ¿Ya?, Sí, ya… venga, niños, vámonos. Abro la puerta y espero… Ole, ninguna petición más. La quiero mucho, es cierto, pero espero y deseo que duerma bien. Súbete a la acera Naím… Younes deja la pelota. Naím, cuidado con la moto. Coño, pisé la mierda. Está seca papá. Sí, lo sé. Crujía como un huesitos, pero el asco es el mismo o casi el mismo. Jajajajajaaja. Mi niño ríe, yo sudo incluso por debajo de las tetas y no es broma. Tenía que haber cogido otro bañador. La rejilla de este me deja los huevos como un colador. Tropiezo y se me dobla el tobillo por gracia y obra del buen estado de nuestras aceras. Me voy a cagar en… ¡Naím, que te subas a la acera! (Lo sé, no se les debe pegar a los hijos, pero chica guantá tienen a veces). Llegamos al Paseo Marítimo. Hace calor. Me sudan los testículos y no es broma. Paso del café… ¡niños, directos para el agua! Papá, me compras un acuarius… ¿qué? ¿Un acuarius? ¿Dónde? En el Jamón… Uf, tira pa’l agua chaval, tira pa’l agua. La marea está baja. Eso es bueno. La pasarela está enterrada… cruzarla con el jodidamente grande bolso naranja de playa es terrible. La arena, los granitos de arena empujados por el levante, se convierte en alfileres. ¡Coño, cómo pican! Corro con mi gordura, mi sudor, mi calvicie, mis niños y mi enorme bolso naranja, hasta la orilla. Venga al agua… Papá, hay bandera roja. ¿Qué? Que hay bandera roja. (Roja te voy a poner la cara so listillo) ¿Y? Que está prohibido bañarse. Sí, hombre. Nos metemos hasta aquí (me señalo el ombligo) y nos salimos. Vale… Pues vale. Al agua. Mira qué bien. Las olas juegan con nosotros. Nos revuelcan. Y al rato, salimos del agua, felices como perdices de agua, si es que existieran. Venga, ahora rápido a las duchas y de ahí al Paseo. ¡Naím, levántate de la arena! De nuevo al agua. Salimos y corremos. Para ducharse tienes que darle al botón e irte hasta Rajamanta para que te caiga el agua. En fin, nos mal duchamos y al llegar al Paseo tenemos arena hasta en el ojete, pero guay, estamos frescos… ya no, ya estamos secos. Todo se mueve… ¡Younes, el puñetero balón, cógelo! Ya me sudan las tetas. Paso de las toallas pero les cambio la ropa. Ojalá me estuviese viendo, qué apañado diría. Si es que cuando quieres hacer bien las cosas, las haces, diría. Venga, a casa. Rápido. ¿Rápido? Antes de llegar a la farmacia de Quirós ya tengo escardados los muslos. Y antes de llegar a la farmacia de Malfaz, me sangran. Y antes de llegar a casa, incluso poniendo un pie en la acera y el otro en la calle, incluso con andares al más puro estilo de los vaqueros del Oeste, estoy llorando. Abro la puerta. Ahí está ella. Qué te pasa. Nada, escardado… ¿Escardado? ¿Ves? Por no hacerme caso. Derrotado, me abro de piernas en el sofá y coloco el ventilador justo al frente porque hacía tiempo que no tenía los huevos tan calientes.