“Porque la vida puede ser maravillosa”, una frase que, al pronunciarla, los amantes del baloncesto esbozamos una sonrisa. En ocasiones, imitando la voz del comentarista que tanto echamos de menos y que, alguna vez, soñamos con que nos definiera con ese término tan característico suyo de: “¡Jugón!”.
Seguimos añorándote, Andrés. ¡Cómo vivirías el baloncesto de hoy! Este tiempo de playoffs está siendo una oda a este juego. Por suerte, construiste buena escuela en compañía de Antoni Daimiel.
A la hora de buscar símiles para explicar determinados asuntos, el deporte ofrece una amplia hemeroteca. Muchas veces, nos parece hallar la vida misma en él, en su resiliencia constante, por ejemplo. Crear una narración y encontrar comparativas para exponer argumentos se vuelve sencillo.
Recientemente, han proliferado mensajes enfocados en pensar que debemos ser los mejores y obtener éxito lo antes posible, generando, incluso, rechazo al fallo. Un concepto un tanto peligroso, pues no ser capaz de aceptar haber errado puede provocar una situación emocional complicada, creando falta de respuestas.
Precisamente, en esa escuela de periodismo baloncestístico que creó Andrés Montes está, por ejemplo, Drafteados, canal de Youtube sobre la actualidad de este deporte.
En sus vídeos, los buenos de Jose y Sergio Andrés tratan mucho la relevancia del jugador de rol y cómo se vuelve difícil para la estrella del equipo ganar si no cuenta con uno a su lado. Figura encargada del trabajo sucio y que, aunque no tan reconocida mediáticamente, es vital y valorada en el equipo. En este sentido, alaban, por ejemplo, a Aaron Gordon, de Denver Nuggets. Aún contando con menor talento que las primeras espadas de su equipo, su presencia en la cancha inclina la balanza.
Antes de llegar a Denver fue jugador protagonista en Orlando Magic, pero no cuajó. Llegado el momento, aceptó la posición que ocupa hoy, entendiendo que sus cualidades no le permiten ser uno de los principales rostros de la liga, pero sí un engranaje crucial para los triunfos de su conjunto. Rol que le ha vuelto codiciado entre los equipos, viviendo sus mejores días en el baloncesto.
En definitiva, se trata de apartar la obsesión por ser sobresaliente. Asumir los fallos y comprender la variedad caminos. El éxito posee formas diversas, no siempre estando ligado a lo notorio o infalible. Errar pesa, pero no hay que flagelarse. Seguir caminando hace la diferencia. Los jugones no son solo los cabezas de serie. Como Grant Taylor le dice a Brock en la película Facing the Giants: “Haz tu mejor esfuerzo”. Actuar de manera que no haya arrepentimiento por las acciones realizadas, se obtenga o no lo esperado. Nadie deja de ser útil si falla, solo si se detiene. Porque sí, cuando se actúa de corazón y no por resultados, al final aparecen las respuestas y, en ese momento, la vida puede ser maravillosa.