Pedro Sánchez tiene que explicar sin demora las razones que llevaron a España a acoger y asistir al líder del Frente Polisario y presidente de la autoproclamada República Árabe Saharaui Democrática (RASD),
Brahim Ghali, enfermo grave de Covid.
La decisión irritó a Marruecos, que ha utilizado contra España, como si fuera munición, a las personas más vulnerables al otro lado de la frontera, mujeres y hombres migrantes, jóvenes y niños que sueñan con una nueva vida e incluso escolares sin intención de abandonar a sus familias animados a cruzar la valla, engañados, para ir a ver un partido de fútbol con Cristiano Ronaldo en Ceuta.
España tiene aún responsabilidad sobre el Sáhara Occidental,
pero no se ha pronunciado a favor del referéndum de autodeterminación. ¿Ha tomado una decisión al respecto el presidente del Gobierno? Cabe recordar que el 13 de noviembre, el Ejército de Marruecos penetró en la zona desmilitarizada del Guerguerat, en el sur, para expulsar a 50 civiles saharauis que mantenían bloqueada la carretera de acceso a Mauritania desde el 21 de octubre. El Frente Polisario respondió con un intercambio de disparos y dio por roto el alto al fuego decretado por Naciones Unidas, vigente desde 1991. Un mes después, el presidente de EEUU, Donald Trump, reconoció la soberanía marroquí sobre los territorios ocupados. Su sucesor en la Casa Blanca, Joe Biden, mantiene esta postura.
¿Ha valorado todos estos elementos Pedro Sánchez antes de permitir la llegada de Brahim Ghali? Y, lo que es más importante, ¿con qué aliados cuenta España para defender esta maniobra? Marruecos amenaza con que las tensiones se mantengan en el tiempo, pese a pasar por caja para obtener 30 millones de euros para el refuerzo de la frontera.
La Unión Europea se ha alineado con España, que juega ya sus cartas con Argelia para garantizar suministro de gas, dado que el conflicto con Marruecos está complicando la renovación del acuerdo para el uso del gasoducto del Magreb. Pero la sombra de Rusia planea sobre esta zona y despierta desconfianza.
La sensación que cunde es que Pedro Sánchez ha actuado irresponsablemente, sin valorar las consecuencias de sus decisiones.
La extrema debilidad que ofrece el presidente no afecta a su Gabinete y a su partido, el PSOE, sino que perjudica al conjunto de España. La frivolidad en el Ejecutivo es la condena para nuestro país, irrelevante en el concierto internacional y con crecientes tensiones internas.
En plena crisis con Rabat,
los independentistas catalanes han formado un nuevo Gobierno para renovar su estrategia de ruptura. Los ministros Iceta y Montero apelan al diálogo con quienes han servido para sacar adelante proyectos legislativos de calado, entre ellos los presupuestos, en el Congreso de los Diputados. Pero están dispuestos a cobrarse el apoyo.
Pedro Sánchez solo puede hacer dos cosas:
romper con Unidas Podemos y tratar de alcanzar un pacto de Estado con el PP para fortalecer nuestra posición en el mundo, reprimir cualquier amenaza a la unidad nacional y redefinir la hoja de ruta contra el Covid y por la recuperacion o
convocar elecciones.