Fue en mayo de 2016 cuando Torremolinos se presentó en Madrid con la campaña turística ‘Torremolinos tiene una historia que contarte’. Siempre ligada al turismo de masas, al sol y a la playa, se olvida que, antes de todo aquello, esta ciudad ya formaba parte de la historia por otros motivos.
A finales de los años 60, se descubrieron piletas para la elaboración de salazones en La Cizaña, una zona ubicada en el entorno del paseo marítimo de Los Álamos. Ya en el año 2003 fue cuando se excavó un alfar que cuenta con dos grandes hornos y una zona de almacenamiento. Finalmente, en el año 2016 el Ayuntamiento pasó a proteger la zona para su conservación, en un barrio donde no para de crecer la construcción.
Así, la edil de Urbanismo, Maribel Tocón, anunció el miércoles que, a la espera de que la Junta de Andalucía determine el nivel de conservación que se debe aplicar a estos vestigios, el Ayuntamiento, a través de su nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que verá la luz en pocos días, contempla la puesta en valor de estos restos arqueológicos y de otros de la misma zona.
Concretamente, se trata de restos arqueológicos relativos a una villa romana dedicada al comercio de productos alimenticios relacionados con el mar y la producción agrícola de la zona, entre los que se encontraría la famosa salsa elaborada con pescado ‘garo’, parcela en la que arqueólogos se encuentran trabajando para la correcta integración de los restos romanos en el entorno de una importante promoción inmobiliaria.
Esta villa romana habría estado en funcionamiento como centro distribuidor de productos para el consumo humano relacionados con el mar y la producción agroalimentaria desde el siglo I de nuestra era hasta el siglo IV, siendo uno de los puntos de comercio del imperio romano de este tipo más importantes de toda la costa malagueña durante estos siglos.
