La calle se ha calentado. Es evidente que el cúmulo de circunstancias que se están dando en España -y en Europa- en estas últimas semanas ha hecho subir claramente la temperatura ambiente de la población. Se han sumado una serie de factores difícilmente concordantes en otros momentos de nuestra historia reciente. Son conocidos. Empezó con la pandemia -más dura de lo previsto-, el cierre de las interconexiones entre los países en una economía que estaba profundamente conectada. El turismo sufrió un bajón repentino y masivo, del que se va recuperando con muchas dificultades, agravada su estabilización por la invasión de Ucrania, la situación muy difícil del mercado internacional de fletes, con el estancamiento y el bloqueo de los transportes de los contenedores, la subida de las materias primas y la escalada de precios del petróleo y del gas, que se ha acentuado con la cruenta guerra de Putin a unos niveles insufribles para empresas y particulares.
No es de extrañar que se produzcan las manifestaciones de los agricultores, el malestar de los pescadores, el cierre patronal o huelga -según los casos- de buena parte de los camioneros, la angustia en los establecimientos minoristas por la subida generalizada y, en muchas ocasiones abusiva, de precios por el acopio excesivo de los consumidores, inquietos por las posibles alzas futuras o el miedo a la escasez.
La inflación ha reaparecido en la economía y con los altos precios de la energía ha estrechado los ya maltrechos bolsillos de trabajadores y consumidores que venían de sufrir los rigores de la pandemia. La guerra está siendo un factor de desestabilización de una situación que remontaba bien en el empleo y que se las prometía muy felices con los aportes de los fondos europeos. En los próximos meses se verá si se corta el ascenso de la economía española o un rápido -y hoy muy incierto- acuerdo de paz o un alto el fuego reanima de nuevo la confianza.
¿Y qué soluciones se pueden plantear? Es evidente que ni transportistas ni agricultores ni pescadores pueden mantener su actividad económica trabajando bajo precio. Es el motivo del malestar profundo. La otra parte es el precio de los combustibles. Ése es general. Se está trabajando con Bruselas. El pacto de rentas será posible, pero no unos nuevos Pactos de la Moncloa. Aunque al menos está lloviendo.