“¿Qué más miserias puedo contar de este individuo?”, se pregunta Segura cada vez que acaba de rodar una entrega de este ex policía mugriento, machista, nostálgico del franquismo y fan del Atlético de Madrid.
Pero la vida diaria le va llenando de nuevas ideas, porque “lo cutre existe y está ahí”, ha afirmado el actor y director en un encuentro con un grupo reducido de medios.
“No soy un pesado. Del último hace cinco años”, se justifica. “Es Estados Unidos viven de las secuelas y ni se cuestiona”.
Después de dar el pelotazo en la primera entrega y despilfarrar en Marbella, siempre sin dejar de delinquir, Torrente está, como buen español de clase media baja, en peor situación económica que nunca. “Está en la miseria absoluta, en el pozo más hondo de la negrura”, ha resumido.
Por eso, en la escena que ayer rodaban se propone destruir un centro comercial de las afueras de Madrid –ciudad que centrará el filme– y prepara una huida en el coche que se exhibe en un stand promocional.
“Estamos rodando el final de la película”, explicó Segura, quien se muestra muy cauteloso para no desvelar ni un detalle de la trama. Los cameos que han trascendido –María Patiño, Belén Esteban, Kun Agüero o Ana Obregón– han sido confirmados por los implicados, pero no por el director, quien dosifica con cuentagotas los datos de este rodaje, que finalizará el 10 de octubre.
Confiesa tímidamente que le ha “tirado los tejos” a Fernando Alonso para una pequeña aparición, asegura que también se podrá ver a Fernando Esteso, aunque para Andrés Pajares al final no encontró un hueco. También estará Tony Leblanc y, desde luego, elogia a su fichaje estelar: Kiko Rivera, Paquirrín.
“Es un monstruo. Siempre me ha parecido muy cómico. Él mismo dice siempre que está sin terminar”, ha explicado entre risas.
Esta pasión por lo episódico y lo no profesional tiene su explicación. “Hay actores que me encantan, pero sé exactamente lo que van a hacer”. Y así, con un futbolista o personajes de la prensa rosa se abre a la sorpresa.
“Torrente siempre está en la cuerda floja. La gente no sé si va a decir, ¿pero qué mierda es esta? o ¿cómo vamos a ver este engendro del diablo?”, ha confesado. Pero hasta ahora las cifras le han compensado el riesgo.
Para la cuarta parte, da una pirueta técnica al asumir las complicaciones del rodaje en 3D. “Algún día no me arrepiento de esta decisión”, ha bromeado, y ha añadido que la idea de que la escatología “salpique” al espectador puede hacer de su nuevo filme “la obra cumbre del cine chusco”.
Ni afirma ni desmiente ese rumor de que Torrente llegará a “lanzar” un moco al espectador y sigue insistiendo en que, pese a todo, “lo más importante de la película es el guión”.
“Torrente me facilita rodar con un poco de libertad y contar lo que quiero contar a través de él”, y ha asegurado que sólo con esa “imagen de marca” consigue una financiación impensable para otros proyectos sin tanta expectación.
Segura, entre Torrente y Torrente, ha diversificado su actividad hacia el teatro musical y, en los próximos meses estrenará como actor en Venecia Balada triste de trompeta, de Álex de la Iglesia, y en San Sebastián El gran Vázquez, de Óscar Aibar. “Pero por la calle, la mayoría de las veces me llaman Torrente”, ha reconocido resignado.
Para muchos, este antihéroe ha sido interpretado como un modelo a seguir, situación que sigue sorprendiéndole pero de la que no se considera responsable.