El asalto a un hospital linense, por parte de una veintena de encapuchados para liberar a uno de los líderes del clan Castaña en febrero de 2018, supuso el extremo en la ostentación de la impunidad de los narcos en el Campo de Gibraltar, y con ella la reacción del Ministerio del Interior creando un plan especial de seguridad para esa comarca que, posteriormente, fue extendido a otras provincias andaluzas.
Aquella respuesta gubernamental a las correrías de los ilícitos trajo de la mano la creación de un grupo de élite de la Guardia Civil en la lucha contra el narcotráfico. OCON-Sur, que así se llamaba, fue desmantelado el 12 de septiembre de 2022, por motivos económicos y recelos cainitas en el instituto armado. Eran unos 150 hombres liberados y pendientes del teléfono para acudir de inmediato al punto de Andalucía que fuera necesario, en el menor tiempo posible y a las órdenes directas del teniente coronel David Oliva.
Tras su disolución, los agentes volvieron a sus respectivas comandancias donde reforzaron los equipos de delincuencia organizada y antidroga (EDOA). Aquella unidad de élite acabó con la impunidad. Sin ella, ésta ha vuelto. El asesinato de los dos guardias civiles en el puerto de Barbate es un buen ejemplo. ¿Si aún existiera el OCON-Sur se habría evitado la muerte de los dos agentes? Probablemente no porque tras el crimen hay un conjunto de causas que deberían suponer un antes y un después en la lucha contra los ilícitos como lo fue aquel asalto al hospital para liberar a un narco custodiado por la Policía.
La Guardia Civil tiene una carencia de medios humanos y materiales realmente preocupante. No solo en el Servicio Marítimo, también en otras unidades. Cada vez hay más tipos de delitos -piensen en la cirberdelincuencia- pero la plantilla no supera los 82.000 agentes. El caso del Estrecho de Gibraltar es punto y aparte. Se intentó paliar la falta de recursos de la Guardia Civil del mar permitiendo el uso de las narcolanchas incautadas a las mafias de la droga, pero hasta en eso se desistió por inseguridad de esas embarcaciones.
El resultado es la precariedad en el trabajo de quienes salen de noche y no saben qué se van a encontrar en aguas del Estrecho. La investigación determinará qué ocurrió en Barbate y quién dio la orden de una intervención penosa y tercermundista, pero tras ella también puede estar el miedo al político que aún permanece en algunos mandos del instituto armado.
