La Audiencia Provincial de Málaga ha condenado este miércoles a veinticuatro años y seis meses de prisión al hombre acusado de asesinar con más de setenta martillazos a una empleada de un salón de juegos de la capital malagueña para robar el dinero de la caja registradora.
El juicio se ha celebrado en la Sección Novena de la Audiencia Provincial y durante el mismo el acusado, de nacionalidad china y de 39 años, ha reconocido que golpeó a la víctima, de 40 años, y luego sustrajo el dinero que había en la caja registradora.
Entre lágrimas ha admitido todo el relato acusatorio y ha aceptado la pena solicitada por la Fiscalía, por lo que el magistrado presidente ha dictado sentencia por los delitos de asesinato y robo con violencia.
Por el delito de asesinato se le imponen veintiún años de prisión y por el robo con violencia, tres años, seis meses y un día y que indemnice con 180.000 euros y 10.500 euros a la hija y a la madre de la víctima, respectivamente, además del pago de 114.000 euros que queda por pagar de la hipoteca del domicilio familiar.
El crimen fue cometido el 30 de septiembre de 2015 cuando el acusado estaba en el salón de juegos Unibox, en la avenida de Velázquez, como en ocasiones anteriores, y estuvo jugando a las máquinas tragaperras alrededor de una hora, según la calificación fiscal.
En un determinado momento, el acusado aprovechó que la víctima se encontraba sola en el interior del mostrador del local y que no había ningún otro cliente, se dirigió a ella por la espalda y le asestó setenta martillazos.
Después, se apoderó del dinero que había en la caja registradora, 5.770 euros.
En el relato acusatorio se explica que el procesado fue después a los baños del establecimiento para limpiarse la sangre y luego regresó donde estaba la víctima y volvió a golpearla para asegurar su muerte.
Antes de marcharse también golpeó las pantallas de las cámaras de seguridad, aunque el sistema de vigilancia había captado el crimen.
En una entrevista que mantuvieron los médicos forenses con el acusado tras cometer los hechos determinaron que el acusado no sufrió ningún tipo de brote y les explicó que había bebido mucho y que tenía problemas con su mujer, que vivía en China, y con la manutención de sus hijos.
El condenado, natural de Henan (China), fue detenido seis horas más tarde de cometer el crimen.