El columnista, ya con “unos cuantos tiros daos” en su dilatada vida profesional, suele tener la costumbre de esperar un tiempo prudencial a que las aguas turbulentas de cualquier episodio de importancia vayan mostrando sus habituales caras poliédricas, o lo que es lo mismo, atender al igual que en la figura geométrica sus muchas bases.
Vaya por delante que ningún Gobierno conoce aún a ciencia cierta a la pandemia a la cual nos enfrentamos, alcanzándose a la hora de redacción de esta columna la cifra de 115 países afectados.
Cifra altamente preocupante en todo el mundo, conocidas por nuestros lectores, las cuales obviamente no vamos a repetir, y lo más acuciante, se desconoce su alcance y procedencia de carácter real.
Sin ningún ánimo alarmista, al autor le viene a la memoria su presencia, acreditado por Naciones Unidas, en la Conferencia Mundial del Clima celebrada en Madrid, en sustitución de la hermana Chile, durante el pasado mes de diciembre 2019.
Fueron dos semanas maratonianas en la COP25, dentro de la Zona ONU, atendiendo a las múltiples charlas y conferencias impartidas por expertos y científicos.
Hubo una coincidencia generalizada entre científicos y expertos sobre la polución por combustibles fósiles y su repercusión en alta mortandad humana.
Según Greenpeace y el Centro de Investigación y Aire Limpio (CREA), se producen al año 4,5 millones muertes prematuras en todo el mundo, o bien 12.000 muertes prematuras por día.
Muy probablemente nos encontremos en otra nueva situación provocada por las mismas causas.
Estas y otras comparativas obligan a realizar una reflexión personal en cuanto a valorar que China Mainland se encuentra situada, según el Informe Mundial del Aire 2018 editado por Greenpeace e IQ-Air visual, entre las 30 primeras ciudades más contaminada en dicho año.
Considerando algunos propios antecedentes de antaño no resultaría descabellado pensar, mientras se alcanzan conclusiones preliminares, que hayan ocurrido alguna/s inesperada/s mutación/es a las que suelen aludir en ocasiones los científicos mientras estudian el proceso completo.
Es sobradamente conocido que disponemos de las mejore Sanidades de Europa, lo cual no es óbice para asumir cualquier inesperado empeoramiento de la situación actual. Al menos, eso parece deducirse de la comparecencia ciertamente agridulce del jefe de Gobierno.
No se trata de ninguna crítica, pero suele ocurrir que en los prolegómenos de cualquier crisis suele recurrirse por parte de los afectados a la conjugación del verbo “coordinar”, es decir, una situación sub básica, repetimos, por la posición en la que nos hallamos, y siempre a la espera de que uno de los Estados afectados tome la batuta de la investigación y conduzca al resto por la senda de los resultados adecuados. Hasta estos momentos no existen vestigios de ello.
Resulta inadmisible asumir que el 08.03.2019 casi 500.000 personas en manifestaciones feministas, si sumamos las distintas cantidades que componen varias ciudades, no se eviten sus aglomeraciones y distancias al igual que otros colectivos inferiores sufrieron restricciones entre 24 y 48 horas posteriores mediante batería de limitaciones.
Las medidas económicas anunciadas no podían ser de otra índole, salvo las de carácter material anunciadas, que por cierto, no le vendrá nada mal al maltrecho conjunto de nuestras arcas.