Un año más, y ya van 45, el carnaval de Notting Hill ha transformado durante el fin de semana este acomodado barrio del oeste de la ciudad en un punto de encuentro entre culturas que han disfrutado de la música, la gastronomía y el arte afrocaribeño.
El mayor carnaval del continente europeo y segundo del mundo tras el de Río de Janeiro (Brasil) ha contado este año con el beneplácito del tiempo, que ha animado a los asistentes a ataviarse con excéntricos disfraces y vestimenta típica de países como Jamaica.
Los organizadores esperan que a lo largo de la jornada de ayer, festiva en todo el país, se acerquen a las calles de este barrio, popularizado por el séptimo arte, más de 600.000 personas, una cifra bastante asequible si se tiene en cuenta que desde las 11.00 horas GMT era tarea casi imposible transitar por las calles de Notting Hill.
Sin duda, el plato fuerte de la jornada es el desfile carnavalesco de carrozas, para el que este año se han utilizado 30 millones de lentejuelas, 15.000 plumas y 100 litros de pintura corporal.
A lo largo del recorrido las bandas que acompañan a las carrozas inundan el barrio de calipso, soca (fusión de soul y calipso), reggae o samba mientras camiones llenos de gente disfrazada desfilan animando a la gente a bailar a sus ritmos.