Una barbaridad de chirigota, altamente guerrera que se defiende con sones viñeros y con la mejor versión de Manolito Santander que ‘volvió’ con más fuerza y con más calidad que nunca.
Los políticos, los que se duermen en sus escaños, centran toda la crítica en el primer pasodoble.
El piropo, llega, cómo no, a los vecinos los viñeros los que aguantan todo el año carros y carretas.
Catetos, ellos se definen con un alegato de lo gaditano con una clase y una definición perfecta de un 3x4 que hicieron las delicias ante unos aficionados que los ovacionó.