“Tengo que decidir con sangre fría, con calma, no tengo que hacerlo en función de lo que diga un periódico o del que grita más fuerte”, aseguró Sarkozy durante una visita a una pequeña empresa de componentes electrónicos de Châteauroux, en el centro del país, donde habló de sus medidas contra el paro.
El presidente dijo “comprender” los problemas que atraviesan los trabajadores afectados por la crisis económica, que se encarnarán en la huelga general que amenaza con paralizar el país el jueves.
Pero Sarkozy no cambiará el rumbo de sus reformas a causa de esa jornada, porque aunque dijo estar “abierto al diálogo, a la concertación”, apostó por “ser decididos” para no “caer en el inmovilismo”.
El jefe del Estado recordó las principales medidas para mantener el empleo, que resumió en la mejora de la indemnización parcial para los parados y en la creación de zonas especiales de reinserción en aquellos lugares en los que el tejido económico se ha visto más afectado.
El objetivo, según Sarkozy, es que la crisis no provoque una explosión del paro en el país y que las empresas no aprovechen el contexto mundial para deslocalizar su producción.
A finales del año pasado, el paro superó en Francia los dos millones de personas, el 7,8 por ciento de la población activa.
“Mi proyecto es mantener las fábricas en Francia, conservar los empleos en Francia y aprovechar la crisis para modernizar el país”, aseguró Sarkozy.